jueves, 24 de noviembre de 2011

Abrojos, Rubén Darío

Lloraba en mis brazos vestida de negro,
se oía el latido de su corazón,
cubríanle el cuello los rizos castaños
y toda temblaba de miedo y de amor.
¿Quién tuvo la culpa? La noche callada.
Ya iba a despedirme. Cuando dije "¡Adiós!",
Ella, sollozando, se abrazó a mi pecho
bajo aquel ramaje del almendro en flor.
Velaron las nubes la pida luna...
Después, tristemente lloramos los dos.
¿Qué lloras? Lo comprendo.
Todo concluido está.
Pero no quiero verte,alma mía, llorar.
Nuestro amor, siempre, siempre...

Nuestras bodas... jamás.
¿Quién es ese bandido
que se vino a robar tu corona florida

y tu velo nupcial?

Mas no, no me lo digas,
no lo quiero escuchar.

Tu nombre es Inocencia
y el de él es Satanás.
Un abismo a tus plantas,una mano procaz
que te empuja; tú ruedas,y mientras tanto,
va el ángel de tu guarda triste y solo a llorar.
Pero ¿por qué derramastantas lágrimas?...


¡Ah!Sí, todo lo comprendo...


No, no me digas más.











No hay comentarios:

Publicar un comentario